¿Qué derechos tiene mi perro en la sociedad del siglo XXI?

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Hace más de cuatro décadas, un 15 de octubre de 1978, la Liga Internacional de los Derechos del Animal proclamaba la Declaración Universal de los Derechos del Animal, que posteriormente fue respaldada y aprobada también por la UNESCO y por la ONU. Desde entonces la visión que tenemos de los animales ha cambiado mucho, gracias en parte a la evolución desarrollada a la par por ciencia y sociedad. No en vano, cuando se aprobó aquella declaración de 1978, el pensamiento generalizado era que los animales no tenían conciencia, que no podían sentir emociones y que, por lo tanto, no podían sufrir, lo que explica el maltrato generalizado que padecían.

Las cosas, como decimos, han cambiado bastante desde entonces. Como explicaba la Fundación Affinity en un artículo de principios de 2020, este cambio de paradigma fue respaldado por la Unión Europea en 2009 al realizar una modificación en su Tratado de Funcionamiento para reconocer a todos los animales como seres sensibles. Tres años más tarde, en 2012, se daba un paso más hacia adelante en el camino de refrendar los derechos de los animales cuando un grupo de neurocientíficos firmó la Declaración sobre la conciencia de Cambridge, que reafirmaba que los animales tienen conciencia y capacidad de sufrir, lo que debería otorgarles el derecho a la vida sin sufrimiento innecesario.

Desde entonces, países europeos como Austria, Alemania, Suiza, Francia o Portugal han reconocido esa capacidad de los animales en sus legislaciones, lo que obliga a que sean tratados como seres vivos y no como “cosas”. “Cosas”, precisamente, es lo que siguen siendo en España, donde la legislación aún no se ha puesto al nivel del resto de países europeos.

Qué derechos tiene mi perro

Pese a esta lentitud burocrática que afecta a la vida y los derechos de los animales, vamos a remitirnos a lo que dice la Declaración Universal de los Derechos del Animal para destacar cuáles son algunos de los derechos más importantes que tienen nuestros perros en pleno siglo XXI.

El artículo 2 de la Declaración, por ejemplo, se divide en tres puntos según los cuales los perros tienen derecho al respeto, a la atención, a los cuidados y a la protección del hombre.

El artículo 3 deja claro que ningún perro puede ser sometido a malos tratos ni actos de crueldad y que, si es necesaria, su muerte, ésta deberá ser instantánea, indolora y no comportar angustia alguna para la víctima.

El artículo 6 explicita que los perros, como todo animal que el hombre escoja como compañero, tienen derecho a que la duración de su vida sea conforme a su longevidad natural y recuerda que el abandono de un perro es un acto cruel y degradante.

El artículo 11 señala que todo acto que implique la muerte de un perro sin necesidad es un biocidio, es decir, un crimen contra la vida. El artículo 13, por último, también vinculado con la muerte, recuerda que un perro muerto tiene derecho a ser tratado con respeto.

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