¿Y si un año en la vida de un perro no equivaliese a siete años humanos?

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Desde tiempos inmemoriales se ha dado por válida una fórmula para calcular la edad de los perros: cada año perruno equivale a siete humanos. De esa forma, si un perro tiene dos años, tendría 14 años humanos; y si, por ejemplo, cumple 10 años, estaría soplando 70 velas humanas.

Los avances en la investigación científica, sin embargo, están haciendo tambalear los cimientos de esa fórmula que, a pesar de todo, seguimos utilizando para calcular la edad teórica de nuestras mascotas. Pero, ¿y si un año en la vida de un perro no equivaliese realmente a siete años humanos?

Una fórmula no lineal

Según una reciente investigación de científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego (Estados Unidos), la fórmula para conocer la edad de un perro en años humanos no seguiría una escala lineal.

Los autores del estudio analizaron la metilación del ADN de 104 perros labradores, desde cachorros hasta perros ancianos, para observar los cambios epigenéticos que se producían en ese ADN y compararlos con esos mismos cambios en muestras de ADN humanas.

Según ese análisis, el envejecimiento en los labradores se produce de forma espectacular en las primeras etapas de la vida, mientras que luego el ritmo se frena. Así, explican los investigadores, el epigenoma de un perro de siete semanas sería equivalente al de los nueve meses en humanos. Y cuando un perro sopla su primera vela, estaría cumpliendo nada más y nada menos que 30 años humanos. A los cuatro años de vida, por su parte, un perro soplaría 54 velas humanas (como se observa, la progresión ya ha descendido su ritmo) y a los 12 años sería aproximadamente como un humano de unos 70 años.

Al final, en este caso, hablaríamos a los 12 de años de una media de 5,8 años humanos por cada año perruno, pero como hemos podido observar, la progresión no ha sido líneal, sino que parte de un envejecimiento muy superior al humano (30 años perrunos por uno humano al año de vida), que se va reduciendo (13,5 años perrunos por un año humano a los 4 años de vida) hasta acompasarse casi al desarrollo humano desde ahí hasta los 12 años de vida de los canes.

Limitaciones de la nueva fórmula

El artículo científico, que ha revolucionado las redes sociales y ha acaparado la atención de muchos medios de comunicación nacionales e internacionales, tiene, sin embargo, sus limitaciones. Por un lado, es bien sabido que el ADN de los perros es muy plástico y varía mucho entre razas, por lo que esta fórmula podría no ser válida para otros perros que no sean labradores.

Por otro, como explicaba Miguel Ángel Peinado, investigador en epigenética y cáncer del Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol de Badalona (Barcelona), a la web Maldita.es, las variaciones epigenéticas del ADN se relacionan con muchos más factores que la edad (metabolismo, ambiente, interacción entre células, etc.), por lo que, en su opinión, establecer una relación entre metilación del ADN y envejecimiento “es complicado porque se trata de una variable multifactorial».

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